Homenaje a los Mayordomos de la Pasión

COFRADÍA DE LA PASIÓN

MEDINA DE RIOSECO

COLABORACIÓN

Esta es una colaboración especial para esta página Web del Abogado Riosecano José Antonio Pizarro García, Cofrade de La Dolorosa.

Año 2000-2008

SEMANA SANTA EN RIOSECO

Por José Antonio Pizarro García

Cuando el sol es ya sólo un rescoldo en el teso, la noche, solemne, obsesionada lo va llenando todo. Pero queda una luz más tibia y más humana para alumbrar la alucinada concentración de trazos que compone la escena. Hay gente en los balcones y bajo los portales. Y en la calle, el ritmo en cada paso, la ráfaga en la mueca, la precisión gestual en el esfuerzo: los cofrades. Esta luz y esta gente, en esta calle, componen una escena plagada de matices. No podrá resumirse todo en una idea, pero esta imagen, sí, lo puede expresar todo.

Cirios, velas, faroles -y ese vago resplandor difuso que algún balcón trasluce-. Aunque nada ilumina, esta luz no es inútil. Su función es difuminarlo todo y hacer aun más mágico el efecto. Cuánta historia en esta luz latiendo. Es la luz que utilizaron todos los artesanos para ir dando forma a la madera; la misma luz consoladora de los duelos; la misma luz confortable de la hoguera. ¿Quien renuncia a esta luz por otras luces? Aunque tenga algo de herida, tiene esta luz también mucho de cura.

Dentro y fuera del rito al mismo tiempo, hay gente en los balcones que alarga la mano - y la superstición- hasta el madero. Y bajo los portales hay una multitud confusa que acaso ignora su triste desamparo. Un gentío menesteroso en el que se puede ver de todo: curiosos, figurones e invitados; creyentes, practicantes y blasfemos; apasionados, críticos y mucho indiferente; y unos ojos absortos e incendiados que lo retienen todo: un riosecano -cualquiera, quizá todos- que en la penumbra de esa luz suya y doliente descubre cada año una sombra, un rincón, una inquietud desazonada que luego, ya memoria, se le hará llamarada.

Y en la calle, en el cauce de este río humano, nazarenos lacerados, cargados y vilmente anunciados con trompeta; dolorosas acuchilladas, inconsolables, solas; soldados vengativos, romanos, magnicidas (isáurico Longinos, ¡a qué pecho dirigiste tu lanzada!). Y cofrades, criaturas rituales predispuestas al gesto. Que extraña convivencia de una fe genética y un vago agnosticismo? Hay un brochazo profano y casi irreverente: requerimientos blasfematorios al esfuerzo, retos gratuitos y ancestrales para ejecutar mejor que el otro -"abajo, mas abajo"- la salida o consumar con mas destreza "la rodillada" o "el baile", pugnas incruentas para lograr el honor de "sacar la cadena" y dar con más estrépito "el oído".

Sí, cuando el sol es ya sólo un rescoldo en el teso, la noche, solemne, obsesionada, lo va llenando todo. Pero queda una luz más tibia y más humana.

Lo anterior es cita del libro de Jesús Capa y Fernando Pizarro,"Semana Santa en Rioseco", editado por el Ayuntamiento y la Diputación en 1987. Son algunas de las paginas mas hermosas que existen - texto y grabados, continente y contenido- sobre la manifestación popular mas arraigada en la Ciudad. Pero si usted quiere leer/ver ese libro, no podrá. Agotada la primera edición hace varios años, no ha habido segunda. Los autores, alérgicos al cabildeo, y sin afán de nombradía, no han movido un dedo a tal fin. Tras la inauguración del Museo de Semana Santa se hace inaplazable su reedición. Jesús y Femando no cobran derechos de autor (ni yo de mediación ... ). Los internautas interesados en nuestro arte y cultura debían conocerlo gracias a esta pagina abierta a Vds. por la Cofradía de La Pasión; encomiable empeño de Manuel Garcia Urbon por difundir algo tan querido por los riosecanos. También lo cuento en el numero de Abril de "VOCCEOS", esa publicación quijotesta, editada desde Ampudia (Palencia) para el mundo de la mano de un "loco visionario" llamado Julio César Iglesias, empeñado en hacer un Times para Tierra de Campos y el Cerrato. ¡Será insensato el tío!

Por José Antonio Pizarro García

Abril 2000.

  EL LIBRO DE CAPA Y PIZARRO

La renovación de la página Web de la Cofradía de la La Pasión con motivo de su décimo aniversario (enhorabuena) me impulsa a saldar una deuda pendiente. En mi colaboración del año 2000 -"Semana Santa en Rioseco"- lamentaba que el libro de ese título y autores no hubiese sido reeditado, agotada hacía tiempo su primera edición de 1987. Algún tiempo después, se reeditó. Cambiando la portada y contraportada -para mejor, creo- e incorporando un interesante prólogo de Luis Angel Lobato. Debí contarlo entonces, de ahí la deuda pendiente.
Transcurridos más de veinte años desde su alumbramiento, el libro se ha convertido en un texto de referencia. Apunto el dato de que varios pregoneros  han incluido citas del mismo en su pregones. Ya lo pronosticaba María Teresa Yñigo de Toro el día de su presentación,2-12-1987: (...) Todos los pregoneros que vengan de ahora en adelante van a tener mucha suerte, porque gracias a la dedicación y la entrega generosa de dos hombres, la Semana Santa riosecana tiene ya su historia literaria, tiene ya su crónica entrañable, tiene ya su libro.En todo caso, el dato de las citas es anecdótico; su cuantía no lo hace mejor o peor.
Los motivos de su importancia  lo dejan en claro María Teresa Yñigo (epílogo de esta edición) y Luis Ángel Lobato. Comparto la visión de ambos. Pero quiero añadir algo que me ha ido sugiriendo las sucesivas relecturas. Alguien ha dicho que una de las funciones más altas de la literatura - y de la pintura, cabría añadir- es una especie de labor de limpieza moral respecto al pensamiento. Porque, poniéndolo por escrito, o en el lienzo, lo reducimos a unos límites precisos, dibujamos los contornos de su territorio, hacemos un mapa de él, lo descubrimos. Quizá a veces no es posible expresarlo en palabras, o en la tela, pero casi siempre llegaremos a sugerirlo. Y, en todo caso, la escritura, como la pintura, nos hará plantear en términos claros - e incluso ante nosotros mismos- nuestra propia relación con los pensamientos impulsores de una conducta, nuestra visión de las cosas. No es el espejo colocado al lado del camino que era la novela para Stendhal -o la pintura para la figuración académica-, sino, más bien, un espejo donde nuestra conciencia, nuestra memoria, se ve a si misma. En este libro, la tensión poética de los textos; las sombras, luz, noche, silencio, de los grabados, nacen del esfuerzo por plasmar una imagen nítida y personalísima en este espejo.


Marzo de 2008


José Antonio Pizarro García.
Cofrade de La Dolorosa.